La “época” agile parece que está en decadencia. Quizá por la perversión de la filosofía agile, de sus principios fundacionales, por parte de gestores ineficientes, más preocupados de los cursos de certificación que por dotar a sus equipos de tiempo y autonomía para adaptar las mejores prácticas a su entorno.
No es que haya que tirar por la borda todo lo aprendido de agile, nada más lejos de la realidad. Pero, aplicando un poco de Lean, sí eliminar todo aquello que no aporta valor. Por ejemplo, las reuniones planificadas. Y ahí es donde aparece la palabra que puede ser la clave para el “Agile 2.0″: asincronía.
Se dice que dos sucesos son asíncronos si los tiempos en los que se manifiestan no tienen relación entre sí. Un claro ejemplo es la comunicación vía email: no se puede establecer cuándo se responderá a un email conociendo sólo el momento en que se envió. Otro ejemplo es la manufactura Just In Time: los tiempos de fabricación y compras de material se deciden cuando llega un cliente nuevo y no en base a un calendario programado.
En este interesante artículo, Jilles van Gurp, describe la historia y evolución de la filosofía agile, sus ventajas y los inconvenientes provocados por una generalizada implementación ineficiente. Argumenta, además, el por qué la “asincronía” puede ser el camino a seguir en el futuro. O en el presente.