La sobreexplotación de los acuíferos provoca la necesidad de cavar cada vez más profundamente para tener acceso a agua. Pero ello implica acceder a agua “vieja”, que puede llevar en contacto con la tierra más de 2000 años, lo que la hace concentrar mayores niveles de flúor o arsénico, dañinos para las personas. Un post de IAgua, para reflexionar.