A nosotros sí, lo que nos nos gusta tanto es su impacto medioambiental cuando se convierte en residuo. Recuerda que un chicle tarda 5 años en degradarse, que su retirada del pavimento supone costes que debemos pagar entre todos los ciudadanos y que su olor a frutas atrae a las aves, se pega al pico o a las patas dificultando su movilidad y provoca incluso la muerte. Por eso nos ha gustado esta campaña del Ayuntamiento de Madrid, y la foto remitida por nuestra amiga Virginia.