Es requisito de obligado cumplimiento, conforme al artículo 6.2.1 de ISO 9001:2015, establecer objetivos de calidad en la organización para las funciones, niveles y procesos relevantes para el sistema. Pero ¿cómo deben ser esos objetivos?
- Coherentes con la Política de Calidad. Lógico, nuestros objetivos deben basarse en los fines de la organización descritos en la política de la empresa.
- Cuantificables, es decir, debemos poder medir su grado de cumplimiento.
- Coherentes con los requisitos aplicables. No podemos establecer requisitos contrarios a las reglamentaciones externas e internas que se nos apliquen.
- Relevantes para la conformidad de productos y servicios. Los objetivos deben estar íntimamente relacionados con la mejora de la producción o prestación de servicios o con la mejora de los procesos que dan lugar a los mismos.
- Monitorizados. Debemos realizar el seguimiento de la consecución de los mismos.
- Comunicados. Añadimos aquí entendidos, de nada nos sirve establecer un objetivo, por muy ambicioso que sea, si el personal lo desconoce o no entiende cuál es su finalidad.
- Actualizados. Los objetivos deben ser coherentes con el estado actual de la empresa e incluso desechados si no corresponden.
- Documentados. La organización debe mantener información documentada (los antiguos registros) sobre los objetivos y su grado de consecución.