Un hombre entra en un taller de restauración para que devuelvan a su carretilla infantil el aspecto que tenía cuando se la regalaron su padres en unas navidades de hace muchos años. ¿Cómo puede el restaurador superar las expectativas de su cliente? La respuesta es sencilla: el restaurador sabe que “restaura” emociones, no productos.
[Nota 11/07/2017: Lamentablemente los autores han deshabilitado el acceso a esta información]