Hace más de 10 años que se presentó el Manifiesto por el Desarrollo Ágil de Software, que provocó el nacimiento de una metodología conocida como Agile. El manifiesto se centra en 4 valores principales:
Individuos e interacciones | sobre | procesos y herramientas |
Software funcionando | sobre | documentación extensiva |
Colaboración con el cliente | sobre | negociación contractual |
Respuesta ante el cambio | sobre | sobre seguir un plan |
Y una frase que suele olvidarse:
Aunque valoramos los elementos de la derecha, valoramos más los de la izquierda.
– firmantes del Manifiesto
Desde entonces, muchos casos de éxito han avalado Agile como metodología eficiente para generar software de calidad y a menor coste, reduciendo al mismo tiempo la frustración que los desarrolladores de software experimentaban con otras metodologías.
Son esos casos de éxito los que han llevado a que profesionales de otros sectores hayan puesto el ojo en Agile y las metodologías derivadas (como Scrum) o asociadas (como Kanban). Se han dado cuenta, por ejemplo, de que cambiando la palabra “Software” por “Producto” o “Servicio”, los principios siguen siendo válidos.
En este post, Tori Funkhouser describe varios ejemplos de empresas que no se dedican al desarrollo de software y que han mejorado gracias a la implementación de Agile en sus procesos.