Hay un movimiento en la comunidad Agile que está cobrando fuerza en los últimos años, el denominado #NoEstimates y que, como sugiere su nombre, aboga por no realizar estimaciones de esfuerzos a la hora de planificar trabajos, pues no aporta valor al proceso o al resultado.
Entre los detractores, generalmente en empresas grandes con grandes inercias, parcelas de poder y resistencia al cambio, el argumento esgrimido con más frecuencia es que “no estimar” implica “no medir”. Nada más lejos de la realidad. La clave del movimiento #NoEstimates es precisamente medir, pero medir aquello que aporta valor. Y sin perder de vista que Agile gira en torno a tomar decisiones en base al feedback del negocio y los usuarios de tu producto o servicio. Lo que implica, en resumen, poner en manos del usuario las nuevas funcionalidades de tu producto lo antes posible.
En lugar de estimar cuándo se va a poner la siguiente release en producción, cambiar el foco a “con qué frecuencia se ponen releases en producción”. Y, con esa medida, hacer proyecciones de fechas futuras para siguientes releases y tomar decisiones en función si las fechas proyectadas pueden ser asumidas o no por el negocio.